El Real Madrid tuvo que emplearse a fondo en el último cuarto para sumar un nuevo triunfo (87-76), el correspondiente a la jornada 21 de la Liga Endesa. La racha es conocida y su autoridad muy voceada, pero pasan las fechas y el equipo de Laso sigue ganando como si resultara sencillo no fallar casi nunca (el casi es una derrota en 44 partidos). Da la impresión de que su pelea es contra la historia.
Desde luego, el Iberostar Tenerife estuvo más cerca que nunca de tumbar al gigante. Huérfano de Sekulic y sin que su sustituto, Papadopoulos, haya significado nada porque las rodillas del pívot griego no estaban a la altura, el equipo insular, en plena crisis de resultados (no gana desde el 3 de enero), compitió durante todo el partido. Ganaba por cinco al encarar el último cuarto. Después sucumbió porque su rival se puso muy serio. El líder sufrió. Comienza a acusar las bajas y el hecho de jugar con asiduidad viernes (noche)-domingo (mañana).
Sólo es un partido, pero al Madrid le costó algo más. Jugó mal. La noticia era que el Iberostar plantaba cara en una primera parte igualada, en la que el Madrid no se encontró cómodo. Echaba de menos su tiro exterior (4 de 12 en triples), extrañaba también a Rudy y Mirotic (4 puntos entre ambos al descanso) y se desquició un poco por la labor arbitral, muy contestada en la grada en el segundo cuarto. Apareció Sergio Rodríguez para sostenerle con 17 tantos y tres triples.
El Iberostar había hecho un gran trabajo. Juan Pedro Gutiérrez llevaba 15 tantos al descanso. Mirotic no le había visto. El inicio de las rotaciones y una defensa en zona con Slaughter de punta de lanza le afectaron un poco, pero aguantaba muy bien el tipo. Saúl Blanco se hacía notar, aunque un triple de 'El Chacho' le daba una mínima ventaja al Madrid (41-40).
El Madrid, sin ideas y sin piernas, cansado, falto del ritmo habitual y previsible en ataque se fue haciendo más pequeño mientras su rival comenzaba a creer en la gesta. El Iberostar funcionaba bien. Parecía tener muy estudiado al equipo de Laso. Llegó al último cuarto con cinco puntos de ventaja (54-59). Lo nunca visto esta temporada en el Palacio.
El Madrid reaccionó. Se aplicó en defensa. Incrementó su dureza. Los árbitros, muy silbados todo el partido, le consintieron en exceso. Y dio la vuelta al marcador. Felipe ponía por delante a su equipo con un triple, pero fue Llull, experto en situaciones límites, el que firmó la remontada con 10 puntos en seis minutos. Todo ello con la dirección y los puntos de Sergio Rodríguez. El Tenerife siguió peleando hasta el final. Su comportamiento y valentía fue admirable ante el coloso fatigado.
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